La humanidad se encuentra subordinada en una fase de ralentización de su dinámica globalizadora que, por naturaleza y antonomasia, nació y fue creada para expandirse. El shock de la pandemia de coronavirus, que ha originado una crisis sanitaria histórica, le dio un duro frenazo a la acelerada cotidianidad social anclada al sistema económico y de desarrollo.
Sin embargo, los beneficios que las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) pueden ofrecer a los ciudadanos, gobiernos y empresas en tiempos del coronavirus son tan variados, que podrían replantear y cambiar para siempre la forma en que los seres humanos trabajan para producir su riqueza, bienes, patrimonios y sus métodos de subsistencia socioeconómica.
Y es que las TICs son cruciales en las estrategias de prevención para enfrentar una pandemia como la del Covid-19. Dado que por la naturaleza del virus el llamado “distanciamiento social” es recomendado. Las herramientas colaborativas, de productividad y de comunicaciones son útiles para el mantenimiento de las actividades económicas y de esas siempre necesarias interrelaciones personales que nos facilitan el acceso al dinero y a las oportunidades de trabajo con las que podemos canjear nuestros servicios y nuestro conocimiento por dinero y otros activos que nos ayudarán a alcanzar niveles de movilidad social cuya consecución es una loable labor en un contexto de parálisis total de la economía mundial por este shock sanitario y humanitario que vive el planeta.
El trabajo semipresencial y desde la casa no sólo previene la propagación del coronavirus sino también alivia la carga de los sistemas de transporte público y reduce aglomeraciones de personas en los sitios de trabajo, lo que contribuye a aplanar la curva de propagación del virus y facilita el trabajo del Estado para controlar y contener la movilización social mientras pierde fuerza la capacidad natural de alta transmisión que posee ese microorgnismo.
Es innegable que esta práctica genera un drástico cambio de mentalidad en una cultura laboral que premia la presencia física en el puesto de trabajo. Por lo tanto, la economía de decenas de países podría mutar hacia nuevas formas de trabajo digital, automatizado, telemático y omnipresente por la vía web a fin de evitar nuevos brotes infecciosos y al mismo tiempo a aliviar las cargas de las empresas ligadas al mantenimiento de espacios físicos que originan gastos y reducen los márgenes de ganancia en una época en la que el dinero ahora puede captarse y producirse desde casa gracias al milagro del Internet.
La pandemia podría constituir una oportunidad de agilizar la introducción y adopción de herramientas digitales y TICs que transformen el entorno laboral no sólo del Estado sino de muchas organizaciones del sector privado en varios países.